"Hay en Lisboa un pequeño número de restaurantes o casas de comida en las que, sobre un establecimiento con aires de taberna decente, se levanta un entresuelo con el aspecto pesado y doméstico de restaurante de ciudad sin tren. En esos entresuelos, poco frecuentados excepto los somingos, no es raro encontrar tipos curiosos, caras sin interés, una serie de apartes en la vida.
El deseo de sosiego y lo conveniente de los precios me llevaron, en un período de mi vida, a acudir con frecuencia a uno de esos entresuelos. Sucedía que, cuando tocaba cenar sobre las siete de la tarde, casi siempre encontraba a un individuo cuyo aspecto, que al principio había llegado a interesarme, pasó poco a poco a despertar mi interés.
Era un hombre que aparentaba treinta años, delgado, más alto que bajo, exageradamente encorvado cuando estaba sentado, pero no tanto cuando estaba de pie, vestido con cierto desaliño no del todo descuidado. En la cara pálida y sin rasgos particulares se apreciaba un aire de sufrimiento que no le añadía interés, y era dificil definir qué tipo de sufrimiento indicaba ese aire - parecía indicar varios, privaciones, angustias, y aquel sufrimiento que nace de la indiferencia fruto de haber sufrido mucho.
Cenaba siempre poco, y acababa fumando tabaco de hebra."
Libro del desasosiego, Fernando Pessoa.